Nuestro hermano Pier Giorgio

A veces me pregunto qué quedará de nosotros, de nuestra memoria, el día que muramos. Cuando lo pienso, recuerdo una canción de Fray Orlando Rueda. En ella, Domingo responde: “Bajo los pies de mis frailes debo quedar. En sus pies mis pasos continuará. En sus labios mi voz se escuchará”. Los dominicos viviremos para siempre, si nuestros hermanos y hermanas nos recuerdan. Los que vengan mañana continuarán nuestra obra, y su voz será nuestra predicación. Por eso hoy, 04 de julio, yo plantearía la misma pregunta a mis hermanos y hermanas del IDYM: ¿En la voz de quién suena hoy la de Pier Giorgio?, ¿Qué pies continúan visitando a los enfermos, dando amor a los invisibles, haciendo una caricia a un anciano abandonado o sonriendo a un transeúnte?, ¿En quién vive Pier Giorgio hoy?

Hace 99 años murió Pier Giorgio Frassati, paralizado por la polio en su casa cerca de Turín, Italia. Todavía tenemos una deuda enorme con su figura y su memoria. ¿Quién si no nosotros deberíamos recordarlo? Y aún así, en ocasiones pareciera que él es el gran desconocido del MJD. Una ironía, porque parece que se escondiera entre nosotros, que en las reuniones se sienta en la última banca y nos mira con cariño. Que intercede por nosotros aunque nos olvidemos de pedirlo. Pero su memoria permanece, y ha llegado el momento de que el Movimiento Juvenil Dominicano recuerde que Pier Giorgio no es un santo cualquiera. Es el patrono de la juventud dominicana y fue, hasta el último día de su vida, un joven dominico, uno de nosotros. 

Las elecciones de Pier Giorgio

Pier Giorgio eligió y quiso ser un laico dominico, tomando el escapulario por primera vez el 22 de abril de 1922: ¡Y se creyó el cuento! El 31 de agosto de 1923, menos de un año antes de morir, Pier Giorgio escribió a su amigo Antonio Villani la carta de amor más linda que he leído sobre el laicado dominicano, sobre el hecho de pertenecer a la Orden de Predicadores. “Estoy contentísimo de que quieras hacer parte de la gran familia de Santo Domingo”, inicia diciéndole, para luego hablar del santo como su “padre”. Aunque el concepto de Familia Dominicana que conocemos hoy se empezó a modelar en el Capítulo General de River Forest de 1968 (45 años después de su carta), su intuición no le fallaba. Él ya había entendido que no podemos ser dominicos sin entender que somos familia, sin reconocernos parte de algo más grande, que camina junto a otros hermanos y hermanas por la misma vía que recorrió Santo Domingo desde el inicio.

Luego, comprendió perfectamente el concepto de libertad dominicana. Le dice a Antonio que las obligaciones “son pequeñísimas”, porque entre otras cosas él “no podría pertenecer a un Orden que obligase demasiado”. Le explica que aunque la Orden se fundó “como una milicia para combatir a los herejes”, ahora el laicado “se ha transformado y ya no hay obligaciones severas”, como aquella de caer en pecado mortal si se olvida de rezar un día el Rosario. Esta explicación es fiel a nuestra tradición. La Regla de S. Agustín, que es la regla de la Orden, nos recomienda actuar “no como esclavos bajo la ley, sino como hombres libres bajo la gracia”. Así entendemos los jóvenes nuestra pertenencia a la Orden: nos unimos para ser libres, para ser felices compartiendo la vida con otros, para emprender juntos proyectos valientes que cambien el mundo, como lo cambió él.

Finalmente, le explica a su amigo por que eligió el nombre religioso de Fra Girolamo. Una alusión, como él reconoce explícitamente, a Fray Jerónimo Savonarola. Es una elección audaz. Según Pier Giorgio, lo eligió porque era una figura “querida”, que comparte con él los mismos “sentimientos contra las costumbres corruptas”. Sin embargo, no se puede ignorar que Savonarola era un santo agitador de conciencias, un inconformista como Pier Giorgio, que nunca fue un “tibio”, que tomaba partido activamente por las causas justas y denunciaba la corrupción.

Veritas

Cuando las tropas francesas ocuparon el Rurh alemán, le escribió a su amigo Willibald Leitgebel el 28 de enero de 1923: “También nosotros hemos perdido la cosa más bella y más buena que Dios ha dado a todos los hombres, la libertad, sin la cual la vida se vuelve difícil”. Está haciendo un comparativo con la desgracia italiana, cuando el fascismo asumió el poder en octubre de 1922. Y contra el facismo se enfrentó muchas veces, de forma decidida y sin medias tintas. Cuando el régimen corrupto y violento de Benito Mussolini asesinó a Giacomo Matteotti, quizás su más célebre opositor, escribió de nuevo a Antonio Villani: “Dios se ha servido del pobre y honorable Matteotti para desenmascarar frente al mundo entero la infamia y la inmundicia que se ocultaban bajo el fascismo”. Y cuando los fascistas intentaron asaltar su casa el 22 de junio de 1924, armados de porras y otras armas, Pier Giorgio se enfrentó “a puño limpio” con ellos, como diríamos en Colombia, sin dejarse intimidar y haciéndolos huir. 

El lema de la Orden es “Veritas”, la verdad, y Pier Giorgio lo llevó en su corazón como el más bello estandarte. Nunca calló ante la injusticia y se implicó personalmente para luchar contra ella, incluso de forma física. Cuando escuchaba los discursos de Mussolini, decía que la sangre “le hervía”. También a los jóvenes dominicos de hoy nos hierve la sangre ante la injusticia, la opresión, la corrupción. Son testimonios extraordinarios los de los jóvenes del MJD que viven en dictaduras como en Venezuela o Zimbabue, desafían el temor constante de la opresión como en Taiwán, o son un milagro en contextos de pobreza y violencia como Filipinas, Nigeria o Colombia. Donde quiera que haya uno de nosotros: combativo, apasionado, esperanzado, que no se rinde aunque todo parece perdido, como Frassati, la verdad y la justicia no habrán muerto.

“Los espero a todos en el Paraíso”

Pero la vida de los buenos se apaga rápido. El 4 de julio de 1925 muere Pier Giorgio. Su familia no es consciente de la gravedad de los hechos hasta que ya es demasiado tarde. Ni los mejores doctores de Turín ni el suero anti polio pedido de urgencia a París llegan a tiempo para salvarle la vida. Muere leyendo la vida de Santa Catalina de Siena. Un poco antes de su muerte, alguien le preguntó que harían sus mejores amigos, que se llamaban a sí mismos I Tipi Loschi, los tipos sospechosos, sin su Robespierre (el apodo cariñoso que le tenían a Frassati). Él respondió: “Los espero a todos en el Paraíso”. 

Su vida fue una prueba extraordinaria de libertad. Me asombra cuanto pudo lograr en tan poco tiempo. Ahora tengo 25 años, uno más de los que él tenía cuando murió, soy abogado y él ingeniero, así sea a título póstumo, caminando la senda que él recorrió hace cien años. Porque en cierto modo, todos los jóvenes dominicos de hoy somos sus sucesores. Siento que a él le debo vivir la vida como Jesús nos enseñó, Domingo nos predicó y él, Frassati, nos testimonió: una vida donde la muerte no tiene la última palabra. Una vida donde recordamos a los hermanos que nos precedieron, porque sus esperanzas se mantienen vivas en nuestras luchas. Una vida donde ser dominico implica ante todo: estar unidos en el amor, ser luz para los que se han olvidado que tienen derecho a tener esperanza, en la que la predicación se encarna en la acción y en la que nadie tiene más amor que aquel que está dispuesto a dar la vida por sus amigos (Juan 15, 13).

Por eso, y por todo lo que él significa para nosotros, tenemos que reivindicar su memoria. Volver a poner de presente la importancia de su testimonio. Porque un dominico no es nada sin su comunidad, y porque un dominico nunca traiciona a sus hermanos: ni los deja solos, ni permite que nadie los olvide. Feliz día, Movimiento Juvenil Dominicano. Y feliz día a él también, en el día en que celebramos su memoria. A Pier Giorgio, nuestro hermano.

Bogotá DC, Colombia. Jueves 04 de julio de 2024
Memoria del Beato Pier Giorgio Frassati. Patrono del MJD

Por Carlos F. Beltrán. Coordinador Internacional del Movimiento Juvenil Dominicano

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